Las horas frío para la vid en San Juan, las más altas en una década

Según datos de la Estación Experimental del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Pocito, las plantas acumularon 1.195 horas de frío hasta el 8 de septiembre, un número significativamente superior a las 865 horas de 2020, 721 de 2021 y 798 de 2022.

Beatriz Pugliese, ingeniera agrónoma del INTA, explicó que este año las plantas recibieron más de 1.000 horas de frío, un nivel que supera lo necesario para el desarrollo de cultivos como la vid, olivos, pistachos, almendras, nogales y frutas de carozo. «Normalmente, entre 700 y 800 horas de frío es suficiente para estos cultivos. Este año hemos superado ampliamente ese número, lo que es muy positivo», indicó Pugliese.

La acumulación de horas frío es crucial para el desarrollo de la vid y otros cultivos. Durante el invierno, las plantas entran en un estado de dormancia que les permite resistir las bajas temperaturas y prepararse para el crecimiento cuando llega el calor. «Si no acumulan suficientes horas de frío, la producción puede ser desigual en tamaño y cantidad», agregó la especialista.

Sin embargo, el clima ha presentado algunos desafíos. A pesar de que las lluvias y el viento Zonda de finales de agosto no causaron daños significativos, existe preocupación por la posibilidad de heladas tardías en septiembre y octubre, justo cuando las plantas están en plena floración. «Estamos en un momento delicado porque la floración ya ha comenzado y una helada o un Zonda fuerte podría afectar gravemente la producción», advirtió Pugliese.

Gustavo Samper, vicepresidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), subrayó el riesgo que enfrentan las variedades de uva de mesa, pasas y algunas blancas para vinificación, como Chardonnay, Chenin y Sauvignon Blanc, que son las primeras en salir y las más vulnerables ante una helada tardía o un viento Zonda fuerte.

A pesar de estos riesgos, las condiciones climáticas favorables han creado expectativas positivas para la próxima temporada. El Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) había pronosticado inicialmente una cosecha de 17.900.000 quintales de uva, pero el resultado superó las expectativas, alcanzando los 19.000.000 de quintales, un incremento significativo respecto al año anterior.

Op: Juan Llarena