El peligroso desafío que enfrentará, de ser designada, la dupla Caputo-Reidel: desactivar las Leliq sin Plan Bonex ni hiperinflación

Aún sin confirmación oficial, Luis Caputo y Demian Reidel son los principales candidatos a conducir el ministerio de Economía y el Banco Central

Tras una agotadora jornada cargada de rumores y algunas confirmaciones, quizás la principal certeza que surgió ayer es que el plan de dolarización que impulsaba Javier Milei quedó como mínimo en suspenso. Finalmente Emilio Ocampo, quien llegaría al Banco Central para liquidarlo, fue apartado antes de asumir.

La dupla que quedó con más chances para hacerse cargo de la herencia que deja Sergio Massa es la de Luis “Toto” Caputo para el ministerio de Economía y Demian Reidel para el Banco Central. Aún no hubo confirmación y hay que seguir el tema hora a hora. El primero aún no dio su visto bueno de manera oficial y el segundo aterrizó ayer desde Miami, donde residía hasta ahora.

Javier Milei se había encargado de dar algunas pistas ni bien ganó el balotaje que la dolarización no es el tema prioritario en su agenda, a pesar que fue uno de sus “caballitos de batalla” durante la campaña electoral. Si se retoma en algún momento nadie lo sabe, posiblemente tampoco el propio presidente electo.

El desarme de las Leliq es un tema inquietante y urgente. Será lo más urgente que deberá enfrentar el Gobierno entrante y lo que permitiría destrabar exitosamente el cepo cambiario en pocos meses.

El tema que tiene ahora absoluta prioridad es el manejo del stock de Leliq, que ya supera los 23 billones de pesos. Si alguien tenía dudas de que se trata de una verdadera bomba de tiempo, los bancos se encargaron de recordarlo: en los últimos días dejaron de renovar los vencimientos y con esos pesos suscribieron pases pasivos.

La diferencia es que las Leliq se emiten a 28 días y los pases a un día. La decisión es, por lo tanto, quedarse bien líquidos a la espera del recambio presidencial, el 10 de diciembre. Acortar los plazos de las colocaciones implica llevarse menos tasa, pero nadie está dispuesto a tomar mayores riesgos.

El desarme de las Leliq es un tema inquietante y urgente. Será lo más urgente que deberá enfrentar el Gobierno entrante y lo que permitiría destrabar exitosamente el cepo cambiario en pocos meses.

La operación requiere de un manejo sumamente delicado. El fantasma de Erman González acecha. El ministro de Economïa de Carlos Menem a fines de 1989 fue quien avanzó con el Plan Bonex, que consistió en un forzoso canje de plazos fijos en moneda local (en aquel momento australes) por un título en dólares a diez años.

Fue la única forma que encontró aquel gobierno que recién arrancaba para encaminar una economía tan desequilibrada como la actual: sin reservas en el Banco Central y un enorme excedente monetario, producto de altísimos niveles de déficit fiscal. Pero además, el país sufría un contexto de hiperinflación y las altas tasas de interés hacían crecer aceleradamente el déficit cuasifiscal.

La posibilidad de una confiscación de depósitos está descartada. Ningún gobierno, incluso uno que recién arranca, podría resistir políticamente una medida estilo Plan Bonex o un nuevo corralito, como sucedió en 2001. Caer en una hiperinflación, sin embargo, ya no es una decisión del gobierno sino que es un peligro latente. El propio Milei lo reconoció en las primeras entrevistas que otorgó tras la victoria en el balotaje.

La tarea que le espera a la dupla Caputo-Reidel, si se confirma oficialmente en las próximas horas, es atacar rápidamente el problema de las Leliq. Claro que sin un Plan Bonex ni una hiperinflación que licúe el millonario peso que hoy tiene estos pasivos remunerados. La tasa de interés efectiva de estos instrumentos ya se ubica en el 254% anual y constituye la principal fuente de emisión monetaria.

Aunque por ahora no hay confirmación de ningún tipo, se especula que “Toto” Caputo podría conseguir unos USD 15.000 millones frescos para avanzar. Estas divisas, en teoría, permitiría levantar el cepo cambiario y que los plazos fijos puedan ir al dólar sin generar un descalabro.

Justamente, el principal peligro de liberar las restricciones y unificar el tipo de cambio es la presión que pueda ejercer sore el dólar la enorme cantidad de pesos sobrantes. Un fuerte salto cambiario en este contexto y la falta de reservas podría llevar tranquilamente a un contexto de “mega” inflación o sencillamente a una hiper.

Sin embargo, por ahora son todas conjeturas. Sin dólares frescos que permitan capitalizar el Banco Central parece difícil que se pueda terminar relativamente rápido el programa de las Leliq.

Caputo demostró en la gestión de Mauricio Macri que lo suyo es justamente seducir inversores y atraer fondos frescos. Colocó en aquel gobierno un bono en pesos a tasa fija y diez años plazo. Y fue quien le sugirió al Presidente en aquel momento recurrir al FMI en 2018 cuando la crisis cambiaria se empezó a profundizar.

Aunque por ahora no hay confirmación de ningún tipo, se especula que Caputo podría conseguir unos USD 15.000 millones frescos para avanzar. Estas divisas, en teoría, permitiría levantar el cepo cambiario y que los plazos fijos puedan ir al dólar sin generar un descalabro.

El ex ministro y amigo personal de Macri ya participó en el primer contacto que hubo vía “streaming” con las autoridades del FMI. Allí se habría hablado sobre la necesidad de conseguir un “puente” de financiamiento por parte del organismo para aplicarlo a la “operación Leliq”.

Conseguir dólares que hoy el Banco Central no tiene es imprescindible para desarmar de manera urgente el stock de Leliq y reducir drásticamente además las altísimas tasas de interés que impiden la vuelta al crecimiento. El FMI es candidato, pero también se especuló con distintos fondos internacionales que podrían estar dispuestos a poner algún dinero exclusivamente bajo la responsabilidad de ellos.

Una vez que haya desaparecido el fantasma de las Leliq, el próximo gobierno podría avanzar con la eliminación del cepo y la unificación cambiaria. A eso se refería Milei cuando hablaba de aplicar políticas de shock para enfrentar los problemas de la Argentina.

La propuesta que hace un par de meses acercaron los bancos a través de las cámaras del sector (Adeba y ABA) parte de un enfoque mucho mas gradualista. Básicamente parte de la premisa que un plan de estabilización que permita bajar la inflación tendría efectos importantes sobre el stock de Leliq. En primer lugar porque aumentaría la demanda de dinero, pero además también impulsaría un baja de las tasas de interés, que es uno de los problemas más importantes que enfrenta el BCRA y principal responsable del déficit cuasifiscal, que asciende nada menos que a 10% del PBI, una cifra record para la historia argentina.

Fuente: Infobae

Op: Rivero Cecilia